2012/09/11

7728.- La basura bajo la alfombra

VenEconomía Opina, 11 de septiembre de 2012

Este martes Weil caricaturizó para Tal Cual a un robusto personaje vestido de rojo y botas negras barriendo, como si fuese una basura, a una refinería en llamas y escondiéndola bajo la alfombra de una sala.
El afamado caricaturista nacional, representó magistralmente lo que acostumbra a hacer el Gobierno de Hugo Chávez: tratar de esconder las incompetencias, ineficiencias, negligencias e irregularidades de la gestión de sus obsecuentes “colaboradores”. Una maniobra de ocultamiento de la realidad que se ha hecho patente en el caso de la Refinería de Amuay.
A dos semanas y media de la terrible explosión el Gobierno pareciera que está logrando, a punta de su bien aceitada maquinaria propagandística, convencer a una mayoría de venezolanos que la tragedia más grande ocurrida en la industria petrolera nacional en toda su historia, fue un accidente natural característico de una refinería. Está logrando que el venezolano crea que en esta explosión nada tuvo que ver la negligencia y falta de mantenimiento que, según indican decenas de expertos en la materia, serían las causales de esta tragedia.
Lo insólito es que esa maniobra de ocultamiento incluye crear una percepción de vanagloria hacia el Gobierno.
Sus piezas propagandísticas ampliamente difundidas por los canales del Estado, “celebran”, por ejemplo, la “respuesta rápida y efectiva” de la gerencia y los trabajadores de PDVSA el día del desastre. Pero nada dicen de la falta de agilidad de éstos para prevenir accidentes.
Por otro lado, el Gobierno, condecora y asciende post mortem a los guardias nacionales caídos en el accidente. Más humanidad y solidaridad hubiera demostrado el Gobierno con estos efectivos si hubiese atendido las recomendaciones que hiciera en 2002 un ex comandante del Destacamento 44 de la Guardia Nacional de mudar esta guarnición fuera del perímetro de seguridad de la refinería.
Hugo Chávez, en cadena nacional promete a diestra y siniestra programas de pensiones, asignaciones de viviendas y otras prebendas a las familias afectadas. Nada que objetar, si no fuese porque los precedentes de otros desastres hablan de que este tipo de promesas de Chávez en tiempos de crisis, han quedado en el olvido. Allí están los damnificados de las lluvias de 2010 hacinados en refugios insalubres o los damnificados del deslave de Vargas en 1999, que aún esperan por lo prometido.
Lamentablemente de lo que no se oye hablar ni mucho menos publicitar es sobre la investigación anunciada a las 36 horas de la tragedia de Amuay.Que se sepa ni los nombres de sus integrantes han sido anunciados. Menos se ha oído una explicación creíble de las autoridades sobre los daños verdaderos que causó la explosión. O de quienes podrían haber sido los responsables de ésta. Por no saberse, no se conoce ni siquiera el número de víctimas reales. El Gobierno insiste en 41 fallecidos, mientras Fedecámaras Falcón habla de más de 100.
La historia sigue repitiéndose, mientras el Gobierno echa su incompetencia y negligencia bajo la alfombra para que se olviden.

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