2015/01/12

246116.- Veneconomia opina.- 12/01/15

Un enero de incertidumbre y preocupación

Tal como se preveía en la época decembrina de 2014 lo menos que brilló para los venezolanos fue el espíritu de la Navidad.

Los días se fueron en una perenne lucha por conseguir los insumos para la cena de Nochebuena y Año Nuevo; estirar los escuálidos ingresos para cumplir con los compromisos contraídos y los gastos diarios;  lograr que alcanzara algún dinero para no dejar morir la tradición del aguinaldo para los más chicos y parientes más cercanos; y  tratar de sortear la inseguridad y la delincuencia desbordada, que muchos no lograron y pasaron a engrosar la lista de los más de 25.000 caídos en manos del hampa en 2014.

Pero, si diciembre fue un mes difícil para la mayoría  de los hogares venezolanos, enero está resultando peor con creces. Este primer mes del año llegó con fuerza redoblada el problema de escasez generalizada de todo tipo de alimentos, medicinas, productos e insumos.

Este enero de 2015, al acostumbrado retraso de inicios de año en el abastecimiento de los distribuidores al detal por parte de distribuidores, se le suma:

1) Que el sector productivo ha llegado al límite del colapso agobiado por las deudas y la falta de recursos para poner en marcha la maquinaria de la producción nacional. Más grave aún los inventarios están agotados, luego del difícil y precario abastecimiento de 2014.

2) Que divisas no hay para continuar supliendo con importaciones la demanda nacional de bienes y productos básicos.

3) Que los precios del petróleo siguen en picada dejando las arcas de la República en niveles críticos. Hoy la cesta venezolana cae por debajo de $40 por barril.

4) Se registraron cambios en las relaciones políticas de E.E.U.U. y Cuba debilitan el discurso antiimperialista de Maduro y su corte, aunque no ha hecho mella en el afán de profundizar el socialismo del siglo XXI, todo lo contrario.

5) Existe una percepción más generalizada de la comunidad internacional del carácter felón y violador de derechos humanos del gobierno bolivariano, casado con las causas totalitarias y terroristas que hoy rechazan casi la totalidad de las naciones.

6) Pero, lo más trascendente, que el gobierno sigue sin entender que urge un cambio de rumbo en sus políticas económicas so riesgo de hundir al país en una irreversible debacle.

Los venezolanos siguen este enero esperando las necesarias rectificaciones en las políticas monetarias y cambiarias. El sector privado está a la expectativa de señales positivas del Ejecutivo Nacional que generen confianza en los inversores y reactive el mercado. Lamentablemente, lo que se percibe es una total inercia, indiferencia y torpeza de leer las señales de angustia de la población por parte de los gestores políticos.

De estos solo se observan declaraciones altisonantes de los segundones al mando del gobierno, así como medidas arbitrarias e ilegales para controlar las multitudes que se aglomeran en busca de los alimentos y las medicinas para sobrevivir o productos indispensables de higiene personal. Se llega al extremo de arrestar a quienes toman fotos de los anaqueles vacíos y prohibir que se madrugue para intentar ser el primero en alguna cola de algún supermercado. Mientras, el Presidente, su consorte, hijos, hermanos, nietos y otros familiares y una amplia comitiva de funcionarios viajan por Rusia, China, Irán y otros países suplicando una ayudita que parece no se conseguirá, por lo menos no sin comprometer seriamente el patrimonio de la República.

En todo el territorio nacional se percibe un clima de angustia, incertidumbre y desesperanza sobre lo que depara a los venezolanos. La escasez que hoy se siente en todos los rincones del país es apenas la punta del iceberg que acumula graves problemas estructurales que urge corregir.
VenEconomía en este primer Opina de 2015, llama a dejar de lado este juego perverso de tratar de tapar el sol con un dedo. El gobierno debe enfrentar la crisis con medidas sensatas que implican sacrificios en el corto plazo pero que llevan a la recuperación de la economía en el mediano y largo plazo. El riesgo de no hacerlo es seguir acercando el fósforo a la mecha de una bomba de tiempo.
Editores de VenEconomía

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