2015/02/27

236196.- Un SCOUT...

UN SCOUT MUERE...
Un scout muere por irse acampar, ser acobijado por una noche de estrellas con el murmullo quebrantado de una fogata y los sueños compartidos con sus hermanos scouts en campamento.
Un scout muere por un chocolate después de una gran caminata y reírse al ver que lo debe compartir aunque solo le toque un mordisquito.
Un scout muere por intercambiar insignias, por quedarse con la historia de otras vivencias, por un trofeo de campamento, aunque eso sea un pedacito de tela lleno de barro.
Un scout muere porque llegue cada sábado, sabe que es el mejor día de la semana, lleno de fraternidad y aprendizaje.
Un scout muere por alcanzar su máxima insignia, demostrando años de perseverancia y gran espíritu.
Un scout muere por sentarse en un pico muy alto, después de una larga travesía y sentir que le falta el aire pero jamás el entusiasmo.
Un scout muere por seguir el legado de un movimiento con más de cien años, y él y ella son parte de esa historia.
Un scout muere por ser el mejor de la clase, el graduado con honores, por ser el mejor hijo; porque los scouts somo íntegros en lo que hacemos.
Un scout muere porque toda su familia sea scout para que le entiendan porque es tan feliz con un morral al hombro, lejos de casa, en el hogar feliz que vive en el campamento.
Un scout muere por crecer y convertirse en dirigente, porque también quiere ser un ejemplo, retribuir lo que ha recibido con amor.
Un scout muere por ser el mejor ciudadano y con el pensamiento libre.
¿Y qué pasa entonces cuando un scout muere no como expresión de la pasión por el escultismo, sino en manos de la violencia desbordada que vive Venezuela?
Escrito por AKELA Claris Trigueros

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